"Dios aprieta pero no ahorca¨, nos decía siempre ella, que no tuvo una vida fácil pero supo salir adelante.
Después de su accidente cardiovascular, no le encontraba mucho sentido a sus días. Ella, que fue una mujer tan activa, una mamá y abuela que siempre estaba dispuesta, no podía ya sentir esa independencia que tanto amamos y nos merecemos todos. Tratamos de recordarle que Dios nos da otra oportunidad y un día la invitaron al ¨Centro de Crecimiento Personal y Social¨ y pudo encontrar más sentido a su vida.
Los martes y jueves por la mañana, aunque muchas veces con ganas de seguir un ratito mas en la cama, Luisa, con una paciencia única, la cambiaba y marchaban. Allí encontró muchos amigos con quienes compartía sus cosas buenas y malas; gente que como ella encontraba en el Centro un lugar donde eran escuchados, atendidos y sobre todo contenidos. Profesionales y gente con un verdadero Espíritu de Servicio.
Por eso, nosotras, sus hijas, les decimos GRACIAS POR EXISTIR .
miércoles, 27 de mayo de 2009
Testimonio de un familiar
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